Adoptar un animal requiere de una profunda reflexión en la que debe estar implicada toda la familia, incluidos los más pequeños
Prácticamente todos los niños en algún momento han incluido la petición de una mascota en su lista de regalos de cumpleaños o de Navidad. Se trata de una decisión que hay que tomar con calma y en la que se debe involucrar a todos los miembros de la familia, ya que es importante tener en cuenta el estilo de vida de cada casa, el espacio que tendrá el animalito, las condiciones económicas de la familia y el tiempo que se requiere para los cuidados.
«Una mascota no es un juguete, sino un ser vivo, y eso conlleva una responsabilidad. Pero los niños también pueden beneficiarse de crecer con animales».
En concreto, la compañía de una mascota contribuye en el desarrollo educativo, emocional y social de los niños (por ejemplo, ayudan a aquellos niños con déficit de atención e hiperactividad a centrar su atención); los obliga a asumir responsabilidades, facilita su comunicación y a aprender valores como el respeto por los demás.
Lo primero que hay que explicar al niño es que una mascota es un ser vivo y hay que respetar su espacio y su personalidad y, sobre todo, los momentos de descanso y comida. «Hay que tener claro que el cuidado de la mascota no se les puede delegar por completo a los más pequeños de la casa; el responsable es el adulto. Sin embargo, en función de su edad, pueden ir asumiendo poco a poco algunas responsabilidades».
Se puede empezar pidiéndoles colaboración para ciertas tareas cotidianas, como proporcionarles comida, cambiarles el agua, cepillar su pelo y, en el caso de los gatos, también pueden ayudar a limpiar su arenero, siempre con supervisión de un adulto. Esto último, además, puede ser de mucha ayuda para explicar a los más pequeños la importancia de cuidar el medio ambiente. «La adopción de un gatito, además de contribuir a que sea una persona responsable desde pequeño, es una buena oportunidad para que aprenda a ser un individuo que colabore con el cuidado del planeta, ya sea a través del uso de productos sostenibles o eliminando sus desechos de manera correcta».
En definitiva, no cabe duda de que la relación con una mascota solo traerá beneficios para los niños si se entabla de manera correcta. Esto se logra explicándole y recordándole cuestiones indispensables, como la responsabilidad y el respeto hacia todos los seres vivos. De esta manera, el pequeño crecerá feliz con su amigo peludo, que seguramente se convertirá también en un gran aliado para sus juegos.