España en la que es prácticamente imposible encontrar una playa donde sean bienvenidos. En nuestro país hay alrededor de 8.000 kilómetros de costa de los cuales se desprenden unas 3.000 playas. En todas ellas, con o sin vigilancia, los humanos pueden bañarse si ser conscientes de los riesgos que pueden correr y disfrutan de esas maravillas de la naturaleza sin que nadie les prohíba su estancia.
Son lugares públicos para gozar. Vivimos en un país donde hay en torno a siete millones y medio de perros registrados, un dato que supone que uno de cada cuatro hogares tenga al menos un ejemplar viviendo en su interior y solamente existen algo menos de 100 playas en las cuales los más peludos de la casa pueden entrar sin que el dueño sea denunciado. Un absurdo que merece una reflexión.
Los dueños tienen que andar jugándosela para poder disfrutar de sus vacaciones junto a un miembro más de su familia.
Es una evidencia que el futuro va encaminado a admitir animales en restaurantes, hoteles, apartamentos o transporte público. Científicamente no hay nada que revele que sea perjudicial en base a la sanidad o higiene de los bañistas compartir espacio con estos seres vivos. Existe una dirección general de derechos de los animales que quizá podría hacer algo más.
Con las reglas adecuadas bajo sanción por incumplimiento, no debería haber problemas.